Ignacio Arriaga · 26/05/2023
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El contrarianismo consiste en cuestionar el pensamiento generalista, ofreciendo alternativas poco convencionales al mismo.
Crear una marca reconocible a la hora de vender software es muy complicado. Casi ningún producto puede ofrecer algo totalmente disruptivo cuando se le compara con sus competidores. Por este motivo, utilizar elementos intangibles a la hora de diferenciarse es clave a la hora de obtener el reconocimiento de nuestro público objetivo.
Uno de estos elementos puede ser conseguir que nuestro producto se identifique con ideas contrarias al status quo. Uno de los ejemplos más clásicos de esta técnica fue la mítica campaña "Think Different" de Apple. En ella se contraponía al mundo gris y establecido con el que trataba de encasillar a Microsoft.
Una narrativa que se ha explotado mucho en el mundo del software es la contraposición. Si hay un producto mayoritario en el mercado, una estrategia clásica es oponerse explícitamente a él. Algunos ejemplos:
Las ideas generalistas suelen ser adecuadas en la gran mayoría de los casos. Pero seguir estas corrientes nos lleva a limitar la exploración para buscar soluciones distintas a lo establecido. Estas ideas, si tienen algún tiempo, se han creado en contextos diferentes al actual, por lo que pueden existir alternativas menos conocidas que funcionen mejor.
Cuando alguien monta una empresa teniendo mucha experiencia en un sector, es muy probable que esta sobreviva y sea rentable. Pero también es muy probable que, al conocer todas las prácticas establecidas en un sector, intente seguirlas y no realice ninguna verdadera innovación. ¿Quién iba a apostar porque en un sector tan establecido como es el del turismo, la verdadera innovación la fueran a traer dos diseñadores?
Tener a alguien dentro de tu organización que desafíe lo establecido también es útil. Cuando las cosas se hacen de una determinada manera y no son cuestionadas por nadie, las empresas no avanzan.
Casi cualquier acto de creatividad es una reacción contra algo previamente establecido , por lo que hay que intentar fomentar el debate y, sobre todo, el análisis y la adopción de posibles alternativas a los cauces ya establecidos.
Plantearse que existen alternativas para las corrientes más generalistas no significa que haya que oponerse por defecto a cualquier cosa que se pueda considerar mainstream.
La mejor forma de diferenciar a alguien que tiene un pensamiento alternativo de un simple tocapelotas es ver si propone alguna alternativa a las cosas que se dedica a criticar. Si su única aportación es ir contra todo lo establecido, seguramente su crítica no sea demasiado útil.
Deberíamos apoyar corrientes no generalistas porque pensamos de forma independiente y hemos encontrado mejores alternativas, no porque la corriente a la que nos hemos unido es la de llevar la contraria por defecto.
Muchísimas tendencias que se consideran un pensamiento disruptivo, acaban convirtiéndose en algo generalista.
El ejemplo más claro vuelve a ser el primero que hemos puesto. Salesforce comenzó como un elemento que desafiaba a las licencias de software con su nuevo modelo de suscripción, que reducía enormemente el riesgo de los clientes porque la inversión era menor. Este modelo –el SaaS– se ha convertido en la corriente mayoritaria. Y ahora ya empiezan a escucharse las primeras voces que preferirían volver al modelo de licencias y tener el software en propiedad, en lugar del modelo de pago por uso que propone el SaaS.
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