Ignacio Arriaga · 07/02/2025
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El día 15 de enero Google publicó ciertos cambios en sus sistemas que provocaron que muchas de las herramientas de SEO, que analizan los resultados de búsqueda dejasen de funcionar.
Es un paso más en las políticas de Google para evitar la transparencia y convertirse en una caja negra cuya información única y exclusivamente controlen ellos.
Este es un cambio más entre los cientos de cambios desplegados por Google para evitar que el usuario obtenga información de qué está pasando en el buscador. Pero Google no está solo en esto, muchos otros se han envuelto en la bandera de la privacidad para hacer todas estas cositas:
Todos estos cambios nos están llevando a una cosa clara: la muerte de la atribución. Una de las principales ventajas de los canales digitales frente a sus competidores offline era la atribución. Podíamos medir claramente qué campaña estaba funcionando, cómo, cuándo y por qué. Ahora eso es parte del pasado.
A Apple y a Google les encanta llenarse la boca con la privacidad de los usuarios. Limitan la visibilidad de los datos de los clientes que utilizan nuestros productos y servicios para mantener su privacidad pero, oh sorpresa, ellos almacenan toda esa información para así poder utilizarla en sus propias redes de publicidad.
Google como gran aglomerador de la información de internet se coloca en una posición de asimetría informativa de libro. Google sabe quién llega a tu web –desde Google o desde cualquier otra fuente de tráfico– y utiliza esta información para erigirse como juez del precio del tráfico en casi cualquier canal útil.
Recopila esa información de demasiadas maneras –utilizando el buscador, Google Chrome, Google Analytics, etc– como para que seamos inmunes a ello. Y, además, dos de las principales fuentes de tráfico para cualquier SaaS –el orgánico y Google Ads– son suyas. Con toda la información que tiene, después te vende tráfico en Google Ads al precio que le parece bien.
Es curioso que te tengas que creer que unos tipos que tienen toda la información del mundo y que a ti no te proporcionan prácticamente ninguna puedan darte un precio justo por el tráfico.
Una de las bases de internet ha sido la posibilidad de enlazar a otras páginas web y permitir que el conocimiento esté interconectado. El hecho de hacer clics en enlaces ha sido una de las acciones más naturales y más enriquecedoras que nos ha proporcionado Internet. La posibilidad de aumentar la información o de visitar varias fuentes es inherente al mundo online. Pues bien, la idea de las grandes corporaciones es que esto desaparezca. Bienvenidos al mundo del Zero click.
Todo empezó con las redes sociales. Cualquier red social de la actualidad tiene como objetivo sujetarte el mayor tiempo posible en su interior. Hace años Facebook era una fuente de tráfico gigantesca para las webs independientes. Hasta que decidió dejar de serlo. Y todas las demás redes fueron detrás.
Nos vemos obligados a poner los enlaces en nuestro perfil porque las redes minimizan la visibilidad de cualquier cosa que enlacemos –como Xwitter o LinkedIn– o, directamente, no permiten enlazar –como Instagram o TikTok– a páginas externas. Y nos hemos acostumbrado a aceptarlo con naturalidad.
Google, con todo lo que le he criticado sigue siendo la mayor fuente de tráfico hacia las webs. Es cierto que cada vez tiende más a mantener al usuario en su página pero también lo es que necesita de las webs para mantener su relevancia. Si no hubiera tráfico no habría ningún motivo para ceder la información a Google. Creo que esa va a ser una de las grandes guerras de los LLM en un futuro próximo, ¿por qué les vamos a ceder nuestra información si no van a generar tráfico?
Con el Zero Click y la extrema privacidad nos enfrentamos a un problema más: además de que el tráfico ha disminuido, muchas veces se ofusca la fuente de tráfico.
Desde los tiempos en los que Google nos proporcionaba una keyword para entender cuál era el término de búsqueda de nuestro usuario, hemos llegado a otros en los que muchas fuentes de tráfico directamente pasan un referral vacío y cuentan como tráfico directo. Por ejemplo TikTok o Slack.
El motivo de por qué se hace esto puede ser variado, probablemente vuelva a esgrimirse la privacidad en algunos casos aunque también puede ser que se quiera evitar compartir la información del tráfico generado más allá de la propia red social. La consecuencia está clara: el tráfico directo de nuestras herramientas de analítica se va a ver sobredimensionado y, es posible, que estamos dando poca importancia a canales de tráfico relevantes.
En un modelo de negocio como el nuestro, la compra no suele ser impulsiva. El cliente, casi siempre, va a pasar por una fase de investigación que hará que nos visite en repetidas ocasiones y, posiblemente, desde distintas fuentes de tráfico.
Si utilizamos distintos canales de adquisición de pago, tendremos activadas sus herramientas de medición y descubriremos un efecto sorprendente: en muchos si sumamos las conversiones que reportan todos ellos, habrá más que en la realidad. El motivo es que estos canales se van a atribuir a sí mismos cualquier conversión que haya pasado por ellos. Para probar su efectividad, todos intentarán quedarse cualquier conversión, haciendo que la maraña de analítica se complique¿ más aún y que nos cueste más saber de dónde ha venido realmente el dinero.
Esto abre un melón interesante. Si cada canal se está atribuyendo conversiones que comparte con otros, ¿qué canales nos están aportando un incremento del beneficio y cuáles solamente están parasitando? Responder a esta pregunta es muy complicado y solamente se me ocurre una forma de hacerlo: apagar todos los canales y ver qué pasa. Si alguno os vais capaces de hacerlo, os invito a que escribáis una newsletter y lo contáis porque nosotros no nos atrevemos.
Creo que el primer paso que tenemos que tener es la aceptación. Nuestro modelo de atribución ya nunca va a ser perfecto y, probablemente, invertir como locos en que lo sea va a ser tirar el dinero. Pero hay ciertas cosas que se pueden hacer:
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