Ignacio Arriaga · 04/04/2025
Es una moda habitual decir que hay cosas que están muriendo, lo hemos visto con el email marketing, el SEO, el software y muchas otras tendencias gigantes. Siempre me ha parecido una tontería decir que empresas de trillones de euros como Google están muriendo.
Pero sí me parece un entretenimiento interesante pensar qué sectores pueden estar en riesgo. Y sí, hay modelos de negocio que la actual coyuntura hace que sean mucho más complicados de mantener. Si ves tu modelo en la lista, no te enfades porque directamente voy a empezar por un trozo de mi propia casa.
El email tracking es la capacidad de tener un análisis fino de las aperturas e incluso de los clics que ocurren en cada email que se manda. Me explico: la tecnología alrededor del email, desgraciadamente, se ha quedado en los años 90. Desde la composición de correos hasta las cosas que se pueden ejecutar en ellos. Esto supone que solamente haya dos posibilidades de saber cuál ha sido la interacción de un usuario con un email:
Hasta aquí más o menos bien: rústico pero eficaz. El problema viene cuando los grandes proveedores de email o los grandes clientes de correo empiezan a preocuparse por la privacidad.
Por ejemplo, Google hace ya unos cuantos años decidió que iba a descargar las imágenes a una caché cuando el usuario abría un correo. Afortunadamente no se perdió la apertura, pero se perdió mucha otra información: la dirección IP del usuario y, por tanto, su geolocalización, las siguientes aperturas del usuario porque la imagen se descargará de la caché.
Y esta tendencia a la privacidad va en aumento. Hay campañas de Apple directamente centradas en ella, han lanzado elementos que ofuscan la analítica del email. El llamado Mail Privacy Protection directamente evita que los píxeles funcionen. Si la analítica en general está jodida, la del email creo que lo está aún más.
El problema de todo es que toda esta industria está basada en la certeza: pagas por conocer quién, cuándo y cuántas veces se abre un email. Y eso dato cada vez es menos fiable.
Afortunadamente nuestro negocio no depende únicamente de la analítica, porque al encargarnos de la creación y el envío damos bastante valor ya que aunque haya menos datos, las ventas finales siguen estando. Pero las herramientas dedicadas únicamente a la trazabilidad de los eventos de email. Por ejemplo, mi amigo Edu –sorry– está siendo hábil e intentando evitar el apocalipsis en Mailtrack –ahora MailSuite – migrando a una herramienta más integral.
Negocios que viven de cascarle anuncios –generalmente via AdSense– al tráfico de su web creo que tienen cada vez menos recorrido.
Cada vez hay menos clics a repartir. Para conseguir mucho tráfico este tiene que venir de algún sitio. Y cada vez hay menos sitios que te traen tráfico, ya hemos hablado del tema en algún momento pero las fuentes de tráfico habituales están decreciendo:
La privacidad está también matando a estos negocios, los navegadores cada vez integran más adblockers a pesar de toda la fuerza que está haciendo Google para evitarlos. Además, Apple está incluyendo también políticas de privacidad en su navegador y en las apps de terceros y eso hace que la publicidad de display sea cada vez menos efectiva.
Teóricamente Google cada vez está favoreciendo más el contenido de calidad y menos el que va al peso. Pero, ¿qué están haciendo las empresas para intentar subsistir ante este panorama?
Pues intentan depender cada vez menos de la publicidad basada en volumen. Hay muchas estrategias, desde la afiliación pura y dura que cada vez es más compleja, hasta la publicidad gestionada directamente como puede ser el branded content. Además, los que ya tienen un tamaño o están en un nicho lucrativo están moviéndose al contenido premium.
La traducción por palabras empieza a ser algo del pasado. Si no estás familiarizado con este modelo de negocio, consiste en pagar a una agencia porque te traduzcan a un precio por palabra. Nosotros hemos gastado miles de euros en este tipo de traducción para tener correctamente traducida nuestra web.
Hace tres años la frase “parece que está traducido con el traductor de Google” significaba que algo estaba escrito en un inglés paupérrimo. Con la llegada de los LLMs y teniendo algo de idea para guiarlos, la traducción es de una calidad altísima.
De hecho, cada vez hay más SaaS que directamente automatizan toda la tarea. Revisando la última factura que teníamos de una agencia de traducción, pagamos 600€ por poco más de 6000 palabras. Con este software puedes traducir hasta 100.000 palabras al mes por ese precio.
Estas herramientas tienen un punto complejo en su comercialización porque no pueden atacar directamente a la industria que están intentando reemplazar porque los que toman las decisiones con respecto a la contratación pueden sentirse amenazados. Por lo tanto su estrategia inicial tiene que ser más de ser una ayuda que un reemplazo.
Las imágenes de stock son el caso perfecto para sustituir por imágenes desarrolladas con inteligencia artificial. Si buscamos una imagen impersonal, sin problemas con los derechos de autor, que poner en una web cualquiera las páginas de imágenes de stock son perfectas.
¿Cuál es el problema? Que la IA está avanzando hacia la generación de imágenes a pasos agigantados. Todos estamos hartos de ver la ghiblización de las imágenes con el último avance que se ha producido esta última semana.
Pero en este caso, las empresas tienen un moat bastante poderoso. Tanto Shutterstock como Freepik tienen una tonelada de tráfico orgánico.
Ese tráfico les da la posibilidad de adaptarse y convertirse en otras cosas antes de que haya problemas. Además, ya han empezado a moverse para crear sus propios modelos con los que generar imágenes con relativo éxito.
Por último, en algún momento, el tema de los derechos de imágenes de los modelos acabará explotando y, probablemente, las plataformas de imágenes de stock sean de los pocos que tengan un banco de imágenes suficiente para entrenar modelos sin infringirlos.
Hay industrias enteras que van a tener que transformarse en otras nuevas o morir. La principal duda de todo esto es si las empresas actuales serán capaces de aprovechar su posición y su capacidad de distribución o se van a ver sobrepasadas por las que lleguen con ideas frescas.
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