Ignacio Arriaga · 13/09/2024
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Todavía existe un lugar en el que el antiguo Internet sigue vivo. Llena de productos cutrecillos que tienen millones de usuarios, el mundo de las extensiones de navegadores –con la Chrome Web Store a la cabeza– se opone a la profesionalización exagerada y los productos megapulidos del mundo del software actual.
El principal navegador es Google Chrome, con casi 3500 millones de usuarios. En su marketplace hay un total de 111993 extensiones. De todas ellas un total de 7868 instalaciones tienen más de 10.000 instalaciones. Todos sabemos lo difícil que es conseguir 10.000 usuarios en cualquier canal, pues bien, en la Chrome Web Store el 7% de los productos los tienen.
Teniendo en cuenta que de esas 111933 extensiones hay 30763 extensiones que tienen menos de 10 instalaciones –no se lo han instalado ni los amigos de los desarrolladores– creo que el porcentaje de éxito adquiriendo usuarios es bastante relevante.
Estas son las categorías en las que están listadas:
Además, en los charts de aplicaciones más buscadas podemos ver varias que son creadas por desarrolladores independientes o empresas muy pequeñas. Me da la impresión de que, directamente, es un sector en el que no han entrado demasiadas empresas grandes aún.
Seamos claros: la gran mayoría de las extensiones son gratuitas.
Si tienes una extensión gratuita y la conviertes en una versión de pago te pueden pasar cosas como esta:
La grandísima mayoría de las extensiones poseen una versión gratuita bastante generosa. A pesar de eso, como veremos después, hay negocios que ganan bastante pasta. Eso sí, si no regalas algo, aquí no vas a conseguir nada.
Incluso hay extensiones cuyo modelo de negocio es directamente la publicidad. Además hay dos vertientes. Una es la publicidad pura y dura, con anuncios directamente en la interfaz. Y la otra, bastante hábil, es el caso de empresas que utilizan la extensión como mecanismo para captar clientes para su negocio principal.
Esta estrategia es muy interesante por un motivo principal: es sencillo capturar usuarios en el Chrome Web Store si proporcionas una funcionalidad interesante. La mayoría de extensiones son algo muy sencillo y que resulta útil. No son productos megacomplejos. Un par de ejemplos de esta técnica:
Por tanto, se puede montar un negocio nativo directamente con la extensión o se puede utilizar la visibilidad del Chrome Web Store para conseguir crear un nuevo canal de adquisición. Un punto relevante es que el marketplace no se lleva nada. Puedes cobrar a los usuarios como te apetezca, sin utilizar su procesador de pagos y no existe una comisión como en otras tiendas de aplicaciones.
La Chrome Web Store tiene mucho tráfico por si misma. Media humanidad –ojo que se dice pronto– utiliza Chrome como navegador, por lo que el tráfico nativo es alto. Pero hay ciertos factores para que tu extensión en concreto tenga tráfico:
Como la Chrome Web Store está llena de productos tan cutrones, destacar en este aspecto si se le pone un poco de cariño no es demasiado complicado. Muchos de los desarrolladores solicitan durante el onboarding que se pinee la aplicación en Google Chrome, no se si será un factor de ranking o lo hacen para fomentar el uso.
Las extensiones se instalan, por lo que el flujo que conocemos en un SaaS normal no es el habitual aquí. De hecho hay casos en los que ni siquiera hay registro o en las que ni siquiera hay un servidor que sirva de backend y todo se ejecuta en el propio navegador del usuario. Los flujos son muy variables. Hay extensiones que hacen un trabajo de onboarding muy bueno. Vamos a ver algunos detalles que me han gustado:
Varias extensiones te indican que “pinees” la extensión como un paso prácticamente obligatorio del onboarding:
Todas o casi todas ofrecen la autenticación con Google, ya que por lo general una sesión de Chrome está ligada a una cuenta de Google:
Hay que tener en cuenta que tras una instalación el hype puede caer muy rápido y que la extensión muera en el olvido para siempre. Por eso insisten tanto en que la añadas como aplicación destacada y, por eso, algunas aprovechan muy bien la pantalla post instalación. Primero un ejemplo de tl;dv una extensión de grabación y resumen de reuniones que lo primero que hace es plantarte un vídeo bastante interactivo contándote lo que hace y ofreciéndote que pruebes la extensión contigo mismo al terminar:
Y también un buen ejemplo de ScribeHow, competidora de la española Uphint , que justo después de instalar la extensión, prácticamente te obliga a probar el producto:
En el Chrome Store nos enfrentamos al problema que tenemos en casi cualquier otro marketplace: el riesgo de plataforma. ¿Nos compensa depender de Google a cambio del tráfico gratuito? Pues depende del negocio.
Hay casos en los que ha salido realmente mal. Por ejemplo, uBlock es una de las extensiones más instaladas –con 35 millones de instalaciones– y aparentemente Google está dispuesto a eliminarla de la Chrome Web Store porque no es compatible con ciertas nuevas políticas de seguridad que ha establecido. Es sorprendente que no sea porque se dedica a bloquear publicidad, que curiosamente es el negocio principal de Google.
Por otro lado, no todos los negocios funcionan bien para una extensión, ya que debe ser algo que se integre bien en el flujo del navegador o con determinadas webs muy utilizadas. No es para todos.
Los usuarios son algo cutrones y buscan lo gratis. Hay que tener manga ancha con la versión gratuita. No es para software enterprise o muy vertical, es para gente que tiene un producto que puede ser bastante masivo y con una buena capacidad de escalar en la versión gratuita. Por ejemplo, no hay tanta IA como en todos sitios porque es muy difícil tener un freemium generoso pagando los modelos o la capacidad computacional de tu bolsillo.
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