Ignacio Arriaga · 07/04/2023
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Podemos definir el coste de oportunidad como los recursos que dejan de obtenerse al tomar una decisión. Otras definiciones hablan de el valor de la mejor opción no realizada. Siendo claros, es lo que ganarías en el caso de hacer algo alternativo a lo que has decidido hacer. Para mí es un concepto muy poderoso, al que me gusta bastante darle vueltas a la hora de tomar una decisión.
Yo siempre he atacado con dureza esas corrientes del emprendedurismo patrio que prácticamente te dicen que si no montas una empresa o eres autónomo eres tonto. Ahora el tema está más relajado pero, hubo un momento hace pocos años, en el que proliferaban las incubadoras como setas y el mensaje de que ser emprendedor era la panacéa se repetía a bombo y platillo.
La cuestión es, ¿merece la pena montar una empresa cuando la comparamos si analizamos su coste de oportunidad? Para ello tendríamos que pensar cuál es la mejor alternativa, pongamos que como yo, eres un perfil técnico. Tu mejor alternativa sería trabajar para una empresa extranjera en remoto, seguramente viviendo aquí. Algo muy similar a esta comparación que aparece en el libro de Rand Fishkin, Lost and Founder, en la que compara un salario técnico americano con su propio salario:
Hay que tener en cuenta que esta comparativa se hizo antes de que los salarios en tecnología se disparasen, por lo que posiblemente la comparativa actual sería mucho más sangrante a favor del ingeniero. El asunto es que al montar una empresa vas a renunciar a años de salario, por lo que, teniendo en cuenta que la mayoría de empresas no pasan de los primeros años, el coste de oportunidad económico seguramente no sea el óptimo. Lógicamente, si consigues vender tu empresa por un montón de pasta, este coste económico se disparará. El problema es que las personas no somos especialmente buenas prediciendo el futuro, sobre todo el de las cosas con las que estamos involucradas de forma emocional. Y una empresa tiene una implicación emocional enorme.
Pero el coste de oportunidad no solamente es un concepto económico. Existe un coste de oportunidad en casi cualquier faceta. Analicemos el coste de oportunidad laboral al elegir montar una empresa. Si yo, después de diez años dirigiendo un negocio con relativo éxito, ahora quisiera buscar un nuevo trabajo, mi empleabilidad sería mucho mucho menor que la del que se ha dedicado durante diez años a una carrera tradicional. De hecho mi elección de montar una empresa, en términos laborales es claramente una elección subóptima.
Digamos que ya has desoído todas las llamadas a la lógica que hay en el punto anterior y has decidido montar nuestra empresa o gestionar una. El coste de oportunidad puede ser una herramienta muy útil en la toma de decisiones.
En muchísimas ocasiones optamos por una decisión sin analizar las posibles alternativas a conciencia. Tener en mente que podemos dejar de ganar el valor de esas alternativas –lo que viene a ser el coste de oportunidad– nos hará más reflexivos y nos permitirá ampliar el espacio de soluciones a considerar cuando nos enfrentemos a un problema.
¿Pero, no has dicho antes que somos muy malos prediciendo el futuro? Efectivamente, pero aunque somos muy malos haciéndolo, peor que analizar las alternativas de forma regulera es no analizarlas directamente.
Podemos utilizar el coste de oportunidad cuando elegimos qué mercado queremos atacar, debemos tener claro que estamos dejando de servir a otros que podrían ser (o no) mejores. Hacer un pequeño análisis del coste de oportunidad aquí puede resultarnos útil. Sin caer en la tentación de querer servir a todo tipo de clientes, que nos llevaría a una pérdida de foco.
También es útil en la priorización de tareas. Una de las cosas que suceden mucho en una empresa cuando crece es que se pasa de que todas las tareas que se hacen son vitales –porque hay muy pocas manos para hacerlas y entonces nos esforzamos en elegirlas– a que se empiecen a realizar muchas que no son tan importantes. ¿Es posible que nos estemos dejando cosas útiles por hacer para realizar estas no tan importantes? Un análisis del coste de oportunidad te puede dar la respuesta.
A pesar de que esta herramienta es muy útil, hay dos problemas que se pueden derivar de ella y de los que tenemos que ser muy conscientes:
1) La parálisis por análisis: no vamos a ser capaces de analizar todas las alternativas existentes a cada una de nuestras decisiones. Por desgracia, no eres el Dr Strange, y no vas a poder ver con exactitud todas las ramificaciones que producen todas tus decisiones. Considera el coste de oportunidad una guía en tu toma de decisiones, no busques analizar todo con detalle en cada decisión.
2) Evitar descartar: cuando analizamos el coste de oportunidad de varias alternativas, podemos tener la tentación de tratar de ejecutar todas y cada una de las alternativas para no afrontar el coste de tomar una decisión. Esto nos va a provocar una gran pérdida de foco y, seguramente, no seamos capaces de ejecutar ninguna alternativa de forma correcta.
El coste de oportunidad es una herramienta muy útil para al menos intentar analizar alternativas en la toma de decisiones. Mi consejo es utilizarlo en decisiones importantes y siempre limitando el ámbito de investigación de alternativas –por ejemplo puede ser útil acotar esta investigación en el tiempo– para así evitar una parálisis por análisis. A pesar de que las personas tenemos mucha aversión a la pérdida, tenemos que aprender que tomar decisiones es necesario y que no vamos a poder hacer que el coste de esas decisiones sea siempre pequeño.
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